La lápida servÃa de solera en una ventana abierta al final de la escalera principal del convento. La lauda fue retirada de ese lugar en 1925 y pasó a manos de don Miguel MartÃnez, vecino de Cornellana. En este punto, la lápida se encontraba fragmentada en dos; uno de estos dos fragmentos fue devuelto al Monasterio de San Salvador y, actualmente, se conserva en el claustro, adosado al muro norte (IMA 172).
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