Fue encontrado por Fernández-Villamarza, erudito de Cartagena, “entre los escombros del derribo del Callejón de la Roca en 1897”. En este lugar, que se encontraba entre la catedral vieja y el teatro romano, se han localizado otros restos epigráficos y Abascal y Ramallo creen posible que allí se ubicase una necrópolis en época tardorromana o bizantina (DECAR 209).
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