Don Fernando y doña Sancha, desempeñaron un relevante papel para la ampliación del primitivo templo dedicado a San Juan Bautista de León. Tras los destrozos de Almanzor, el rey Alfonso V (+ 1027) restauró la iglesia, levantando su fábrica con materiales pobres. Fernando I es convencido por su esposa para construir en León un cementerio real con destino a enterramiento propio, de sus ancestros y de sus sucesores, emplazado en el mismo lugar, y quizá incluso aprovechando los cimientos del levantado por Alfonso V. De este modo surge la iglesia de San Isidoro, edificada probablemente entre 1054 y 1067, con los pórticos circundantes, parte de lo cual pervive transformado parcialmente, entre otras razones por la ampliación de doña Urraca de Zamora a fines del siglo XI.
Los reyes D. Fernando y Doña Sancha participan de la corriente europea de la veneración y traslado de reliquias, precisas para la consagración de los templos (Franco Mata 2006, 100 y 101).
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