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Pedestal de granito trapezoidal con una ensambladura rectangular de 21 cm de largo por 5 mm de profundidad, en su parte superior. En el frente presentaba una láurea “de estilo bizantino”, con una roseta en la parte superior, y dentro restos de letras, imposibles de calcar ni leer. A pesar de que Martínez pensó que debía ser de época visigoda y que serviría para soportar una estatua; por el tipo de epígrafe se podría pensar que tal vez fuera una pieza romana. Además la oquedad es demasiado poco profunda para sujetar una estatua, pero sí para cualquier otro objeto menor, lo que permitiría también un uso votivo (Canto 1997: 95)
Piedra reutilizada, con una inscripción tan desgastada que Martínez en 1898 ya no pudo leer, aunque sí identificó la pieza como un pedestal para una estatua. Navascués en 1948-1949 señaló que tal vez se tratase de una pila de 5 cm de profundidad, pensando que tal vez pudo ser un altar romano reutilizado para fines cristianos. (Ramírez 2003: 273)
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