Archivo Epigráfico de Hispania Tardoantigua y Medieval (AEHTAM)

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Generalidades Texto EPIGRAFÍA Y
PALEOGRAFÍA
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Arqueológico
Bibliografía
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Carmen sobre una placa de mármol blanco que se ha dado por perdido durante bastantes años. La inscripción se inicia con una crux, coronada por una hedera, de cuyos brazos penden un alfa y una omega, dando lugar a una especie de que sólo tuviera asta y media. Puesto que la primera palabra de la inscripción es VIVS, con ausencia de h- inicial, cabe pensar que esa cruz-crismón inicial sea un signo ambivalente con el doble sentido de aclarar el origen cristiano del epígrafe y de servir de h- inicial.
El carmen está compuesto en hexámetros y, como es habitual en la época, a medio camino entre la métrica cuantitativa y la acentual. El v. 2, p. e., es perfectamente cuantitativo, aunque los demás tienen diversos errores en la cantidad de las sílabas. Todas las cláusulas son correctas, y los vv. 2, 5 y 7 tiene rima leonina entre la pentemímeres y el final de verso. Como rasgos lingüísticos, todos bien conocidos, se pueden destacar, p. e., el enmudecimiento de H en el v. 1 (uius por huius); las monoptongaciones (como Servande por Servandae en v. 1 o cetu por coetu en v. 3, o querulis por quaerulis en v. 7); la confusión de regímenes preposicionales (post funere en v. 1, aunque podría faltar la –m en funere(m)), o sintagmas preposicionales que sustituyen el valor de algunas desinencias casuales (de tempore, en v. 7 por genitivo); en v. 9 hic parece estar por hinc, aunque puede ser un olvido del signo neumático de abreviación por parte del lapicida; también debe señalarse como menos habitual que los anteriores, quartoue por quartoque, aunque puede tratarse de una confusión de copulativas con disyuntivas. Se trata de un epitafio dedicado a conservar la memoria de la monja Servanda, poniéndose de relieve su virginidad, su cuerpo sin tacha, su paso inmaculado por la vida, hasta alcanzar el reino de los cielos. Como suele pasar en las composiciones cristianas, cada verso posee un sentido completo, donde se detalla ordenadamente toda la información: en el v. 1 se indica el lugar de la tumba, señalado con el deíctico (h)uius y el nombre de la difunta, mención que contribuye a desbordar el esquema métrico del verso. En el v. 2 su dedicación a Dios desde que era pequeña, con el adjetivo parva colocado estratégicamente al comienzo del verso; este adjetivo, sin paralelos epigráficos (como tampoco para el resto del verso), podría estar referido a una dedicación a Dios «desde la más tierna edad» (OLD, s.v., n. 2). En el v. 3 se vuelve a insistir en su vida virginal, ahora en el convento (se lee virginibus, cuando ya en v. 2 se lee virgo). En el v. 4 se indica su edad, al tratarse de una mors inmatura; resulta destacable el uso de vegetans, en vez del esperable vivens, para el que se carece de paralelos epigráficos, aunque no literarios (August., Enarrat., 2, 12, y, asimismo, Conf., 2, 6, 12); la expresión in corpore mundo, interpretada como ‘en un cuerpo inmaculado’, podría tener un precedente epigráfico en el epitafio de Allia Potestas (CIL VI 37965; CLE 1988,9), así como literarios (Ambros., Med., De excessu fratris Satyri, 1, 52; y August., De fide et operibus; 10, 15). En el v. 5 se señala su ascensión a los cielos; el participio rapta, un tópico en los CLE para recrear el tema de la mors inmatura, se reutiliza aquí para justificar esa misma muerte como vía de salida hacia el reinado de Servanda en el cielo; aunque no resulta habitual el uso de regnare referido a la difunta, se conocen algunos paralelos (CLE 669,6 o CLE 2040,8).
En los vv. 6 y 7 se introduce en el verso la fecha exacta del óbito de Servanda: el 19 de mayo del año 649, logrando en el último v. una rima leonina entre la pentemímeres y el final del verso.
Comentario de Felisa del Barrio en HEp 20, 60: Quizás la fecha de la muerte sea el 20 de mayo y no el 19, si nos atenemos al cómputo inclusivo, que es el utilizado normalmente en la indicación de las fechas en latín. En cuanto a la transcripción de la palabra inicial del primer verso Vius (p. 159), aunque en el comentario que hace la autora queda claro que está por huius, que explica como (p. 160: cito literalmente) «el enmudecimiento –ya antiguo, por lo demás– de h (uius por huius, en v. 1)»; puesto que se trata de edición del texto y no de mera transcripción, quizás sería conveniente editar (h)uius, aunque la h no se haya notado en la inscripción, de la misma manera que en ese mismo primer verso se edita namq(u)e, aunque se haya notado 'namqe'; entre los casos de monoptongación (habría que decir, más bien de notación de ae como e, pues la monoptongación ya se ha operado en latín hace muchos siglos, por lo que hablar de monoptongación aquí no tiene ningún sentido), se incluye el término querulis del último verso, que la autora entiende como quaerulis; (de quaero, 'preguntar'); mientras que el término querula (de queror 'quejarse', 'lamentar') es frecuente entre los poetas augústeos, especialmente los elegíacos, y de ahí pasa a la poesía epigráfica, el término quaerulis sería, creemos, un hapax o, en cualquier caso, un término inusitado, por lo que habría sido interesante comentarlo.
En cuanto a la forma métrica, tal como señala la autora, se trata, efectivamente, de una composición en hexámetros de esquema predominantemente cuantitativo, con alguna falta, como es habitual en la versificación tardía, en que lo que se impone es el ritmo acentual, y, puesto que se hace comentario métrico de los versos, se hubiera agradecido que se incluyera la escansión de los mismos; por lo que hace a la anomalía que se señala para el v. 3 de tener un pie más, es algo que se encuentra en más de una ocasión en los carmina epigraphica dactílicos ('hexámetros' de cinco pies, siete u ocho), como ya han señalado algunos estudiosos hace tiempo. Por último, no creemos que pueda hablarse de rima leonina para los vv. 2, 5 y 7 («presentan rima leonina entre la pentemímeres y el final del verso», p. 161), pues tal clase de homoteleuto implica necesariamente rima consonante y desde la última sílaba acentuada, lo que aquí no ocurre; en cualquier caso, creemos que sería más preciso decir que dicho homoteleuto (más bien, del tipo del que con frecuencia se da en los pentámetros de los elegíacos) se produce 'entre el final del primer hemistiquio, tras la cesura pentemímera (o pentemímeres, si se prefiere), y el final del verso', pues, al decir entre la pentemímeres, y el final del verso, en realidad se está hablando de todas las palabras (o partes) incluidas en el segmento comprendido entre ese corte principal y el final del verso, y no de las sílabas finales de segmentos rítmicos, que es donde puede producirse tal homoteleuto (HEp 20, 60).

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