Archivo Epigráfico de Hispania Tardoantigua y Medieval (AEHTAM)

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 YACIMIENTO:  MUNICIPIO:
 PROVINCIA:     REF:   REF. AEHTAM:
 DEPÓSITO,N.INV.  OBJETO:   TIPO YAC.:

 

 
Generalidades Texto EPIGRAFÍA Y
PALEOGRAFÍA
Ilustraciones Contexto
Arqueológico
Bibliografía
 FUENTE LEC.: SEPARADORES:

Nº TEXTOS:  LENGUA:    SIGNARIO:

 METROLOGÍA:

 OBSERVACIONES EPIGRÁFICAS:    

La escritura va labrada sobre un gran sillar, colocada al exterior, en la base de uno de los contrafuertes. Este sillar lleva moldurada su arista superior en forma de grueso baquetón, que va retozando a lo largo de casi todo el cuerpo de la iglesia. (Solana 1932: 319).

 OBSERVACIONES PALEOGRÁFICAS:  

El examen de las letras muestra claramente los difíciles problemas que se presentaban y cómo hubo de trabajar el autor de la inscripción (ordinator) para que, en espacio tan reducido, pudieran entrar todas las letras del texto deseado (minuta). Suma habilidad se necesitó, a la vez que un gusto exquisito, hasta combinar los más dispares tamaños de las letras, recurriendo, ya a la combinación de ellas enlazadas, encajadas y conjuntas, ya a la superposición de las mismas en forma verdaderamente artística. Tal dibujo y disposición de las letras lleva a pensar en la semejanza con los títulos de los códices de escritura visigótica. Todo el conjunto obedece a lograr un pleno aprovechamiento en el espacio a la vez que una estudiada y perfecta armonía en su desarrollo.
La composición de las letras de la inscripción, así como su especial modo de tratarlas, el ictus y el ductus, la colocación por diversos tamaños en forma de enlazadas, encajadas y conjuntas, hasta el interesante detalle del adorno triangular con que termina la parte superior izquierda de las mismas, con los titulares del Beatus silense, nos presenta una absoluta identidad, permitiendo asegurar para ambos monumentos — la inscripción y el Beatus — un mismo autor. Puede afirmarse que Munnio, titulador del Beatus, fue el confeccionador de la «minuta» trasladada por el ordinator a la inscripción de la iglesia de San Frutos; labor — la ordinatio — que era muy difícil de realizar, puesto que el texto era tan largo y había de llevarse a cabo en una piedra relativamente pequeña y de una mediana calidad. Es muy posible — cabe por lo menos pensar así —que el mismo Munnio se hallara presente en todas las operaciones del incisor, mientras éste se ocupaba en grabar la inscripción. Martín Postigo (1972).


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