Nº TEXTOS:  LENGUA:    SIGNARIO:

 METROLOGÍA:

 OBSERVACIONES EPIGRÁFICAS:    

La pieza estudiada es de un mármol adornado de poderosas vetas gris-azuladas, con numerosas huellas en su superficie a modo de repiqueteos, muy antiguos la mayoría de ellos y ya pulidos, si bien otros son posteriores a los trazos de algunos grafitos, que los destruyen. Se desconocen las medidas previas a su amortización como material de relleno en la mesa de altar donde se encontró. Sobre la cara superior del tablero se dispone un interesante conjunto de grafitos incisos, algunos figurativos y otros textuales. Los biseles de las incisiones son de distinto peso y profundidad. La dificultad de lectura se acrecienta por la irregularidad de la pieza, pues muchos grafitos se disponen sobre un campo en relieve, no regularizado como espejo epigráfico, puesto que no fue esa su función. La dureza del mineral no facilita la distinción de los trazos, pues se confunden estos con las marcas de la propia piedra y con el propio veteado. Los textos están escritos desde ambos lados de la parte larga de la mesa, es decir, que no todos se encuentran en el mismo sentido. Los motivos figurativos se componen de una aparente escena, que contiene dos dibujos antropomorfos y un animal, así como dos diseños geométricos. Por ejecución y naturaleza pueden definirse como grafitos medievales, con los que comparten todas sus características. Los grafitos ocupan la parte central del tablero en casi toda su anchura, salvo una estrella, en posición más excéntrica. Diferentes manos participaron a la hora de inscribir letras en el mármol. La inscripción aquí tratada es una fórmula notificativa suscrita por un presbítero, que incluye lo que parece una cruz potenzada. Está en una sola línea de 22,5 cm de largo. Sobre esa línea se leen varios caracteres que permanecen sin descifrar. Álvarez, Casaseca y Lorenzo (2021, p. 48).

 OBSERVACIONES PALEOGRÁFICAS:  

Los grafitos textuales se componen de letras de distinta factura y perfección, que alternan mayúsculas y minúsculas, con preferencia por las primeras, pero todas realizadas a mano alzada, sin líneas guía en ningún caso. Hemos de tener en cuenta la gran dureza de esta piedra a la hora de ponderar la dificultad a la hora de realizar la inscripción, acrecentada por el veteado de la piedra, que dificulta la visualización de los caracteres. La letra es carolina, con algunos rasgos unciales (E, M, en la datación), y se emplearon las abreviaturas habituales. La A se dibuja siempre sin travesaño horizontal. Álvarez, Casaseca y Lorenzo (2021).