La parte izquierda queda descartada para nuestra edición, ya que una observación cercana revela que su naturaleza responde a la de un conglomerado de lÃneas sin ninguna intención textual. Hacia la mitad de la imagen es cuando empezamos a distinguir las primeras letras, eso sÃ, con un gran esfuerzo, pues la primera D se encuentra atravesada por innumerables rayas. También lo está la D de DOMUS: una de esas raspaduras aparece inoportunamente de forma horizontal hacia su mitad haciendo que nos preguntemos si en realidad es una B. No nos lo parece a tenor de la lÃnea curva ininterrumpida que forma el arco de la letra y los caracteres siguientes, que no encajarÃan bien con esa hipotética B. Entre las letras que siguen a dicha D hay que destacar la pequeñez de la O, casi inúscula, y la ausencia de nexo en el final -MUS, algo que sà tendrán los grafitos 69 y 71.
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