Archivo Epigráfico de Hispania Tardoantigua y Medieval (AEHTAM)

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 YACIMIENTO:  MUNICIPIO:
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 DEPÓSITO,N.INV.  OBJETO:   TIPO YAC.:

 

 
Generalidades Texto EPIGRAFÍA Y
PALEOGRAFÍA
Ilustraciones Contexto
Arqueológico
Bibliografía
 FUENTE LEC.: SEPARADORES:

Nº TEXTOS:  LENGUA:    SIGNARIO:

 METROLOGÍA:

 OBSERVACIONES EPIGRÁFICAS:    

El texto es difícil de localizar, y más aún de fotografiar, puesto que se encuentra detrás de un confesionario absolutamente pegado a la pared.
Probablemente se trate de lo que García Lobo-Martín López (2009:195) llaman hortationes, pues su definición encaja plenamente con nuestro texto y su posición dentro del templo: «colocadas en los portales invitan a los fieles a entrar en el templo con la debida preparación, o en el interior de las iglesias incitándoles a permanecer en él con la debida compostura y a la práctica de la virtud». Concretamente, según JImeno Guerra (2015), el «Benedicamus Domino
[es] una de las fórmulas de despedida u oraciones finales empleadas en los oficios cuya respuesta sería Deo Gratias». Debe también prestarse atención
a su localización, que, igual que en el caso del grafito 71, es de suma importancia simbólica. Ambos grafitos están junto a la puerta de entrada, alegoría del acceso al reino de los cielos; en paralelo al grafito 8 volveremos a asociarlo al episodio del Génesis del sueño de Jacob (Gn. 28, 10-19). No es algo que exclusivamente encontremos en Peñalba, sino que es tan prototípica esta concepción de la puerta que Favreau (1991) recopila un amplio abanico de inscripciones similares. La puerta es, pues, el lugar ideal para colocar una hortatio, es el lugar donde empieza la transformación del individuo en fiel y
donde comienza el rito.

 OBSERVACIONES PALEOGRÁFICAS:  

La letra empleada es una cursiva libraria bastante clara y limpia: solo la I y la U de la primera palabra se montan ligeramente sobre los caracteres que les suceden, C y S respectivamente. La grieta que cruza el final de benedicamus hace que tengamos que esforzarnos en leer la secuencia -MUS. También tenemos problemas con su E, escrita finísimamente de forma casi imperceptible. Una revisión más minuciosa nos revela que lo que parece una extraña N es en realidad un NE casi fusionado y bastante difuminado. Una pista definitiva es el trazo inferior de la E que se ve algo debajo de la caja del texto y la voluta de su lóbulo superior adherido a la derecha de la N. Por otra parte, poca duda hay en la conveniencia de leer domino a pesar de tener que restituir la primera O por haber desaparecido y que restaurar la I, sincopada por un fenómeno de evolución fonética habitual en el latín de la época.


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