La pieza en cuestión es una laja de gneis en forma de prisma irregular. Es bastante probable que sea material local. Teniendo la cara inscrita al frente, sus lados superior e inferior alcanzan 64 cm de largo y aumentan ligeramente a 66 en la zona central. En cuanto al alto, en el lado izquierdo tiene 44 cm, algo más que en el derecho, donde solo alcanza, 42. En la zona central asciende a un total de 49 cm. El grosor, si bien irregular, mide un máximo de 10 cm. El campo epigráfico, situado en la zona central, tiene forma rectangular y mide 20 cm de altura por 58 de largo, aunque probablemente en origen fuera algo mayor, pues, como veremos infra, parece quebrado en algunos puntos de la esquina superior izquierda y el margen derecho. El texto se reparte en tres lÃneas de tamaños y longitudes dispares: la primera mide 6 cm de alto, la segunda 7 y la tercera, que solo consta de dos letras, 5. El interlineado entre ellas es de apenas 1/1,5 cm. La ordinatio es, asà pues, irregular y descuidada. Tampoco se observa rastro alguno de ornamentación. Las grafÃas son apenas distinguibles a simple vista por más que hayan sido grabadas con un surco profundo y ancho, rasgo distintivo de las producciones ocasionales de época altomedieval. Resulta evidente que la inscripción original ha sido de alguna manera erosionada y desgastada, quizá achacable al tiempo que estuvo a la intemperie encima del muro donde fue encontrada. A ello hay que sumar la pérdida de material y de texto a la hora de interpretar el mensaje. Como decÃamos, en la esquina superior izquierda se han desprendido algunas lascas, por lo que parece, de forma natural. Si medimos el espacio que han dejado y el tamaño medio de las letras, se deduce que falten unos 3-4 caracteres en la primera lÃnea y unos 2-3 en la segunda. No obstante, cabe la posibilidad de que falten letras en el margen derecho, aunque el corte de la roca es mucho más limpio que en la esquina ya mencionada y en nada diferente al margen izquierdo. Lorenzo Fernández (2022, pp. 377-378).
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