El sepulcro presenta una talla en bajorrelieve sobre pizarra con la figura de la difunta Teresa de Luna; de él, sobresalen las manos y la cabeza realizadas en alabastro (Roca Burdiel, 2023: 179-180). Mientras que los epitafios de Alvar García y García Álvarez son posteriores a la muerte de ambos, en el caso del de Teresa, Orueta (1919: 33) afirma que se trató de una obra original de mediados del siglo XIV. Seguramente, el sepulcro fue realizado por un taller epigráfico especializado en la talla en pizarra. El comitente pudo haber sido su hijo, el cardenal Gil de Albornoz, justificado por la especificidad de los materiales y el mensaje epigráfico con la mención personal a este (Roca Burdiel, 2023: 185).
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