En esta tumba yace Álvaro, paloma en el obrar y por su corazón, ilustre por su cuna, no parco en dádiva alguna, daba sin estridencias, con ánimo, mano y rostro apacible; entendido y preparado para administrar los recursos del claustro; durante once años abad con fuerzas juveniles, en el mes de agosto se le presentó la muerte, envidiosa del justo. El cielo le dio cabida en el mil trescientos catorce (1276 d. de C.).
Traducción dada por IMA 149.
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