No nos extraña en absoluto que en el templo aparezcan grafitos con el nombre de Genadio, pues ya hemos visto con anterioridad la importancia
de este en la comunidad monacal berciana de su época y en el imaginario de la misma en años posteriores. Posiblemente sean estos los que llevaron a José Menéndez-Pidal (1956) a postular un origen vinculado a peregrinos y visitantes de la tumba del santo, algo para nada descabellado. El empleo del genitivo es lo más habitual en este tipo de grafitos, aunque también están documentados casos en dativo. Sin ninguna duda estos dos casos son los más propicios para este tipo de inscripciones a medio camino entre los recuerdos, los exvotos y las ofrendas.
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