Destaca la sencillez del texto, formado por dos partes, una sencilla adlocatio al principio y una acclamatio al final, sin referencia alguna a las circunstancias ni a la fecha de la defunción. Se trata de un interesante epÃgrafe donde una vez más se opone la fragilidad de la vida terrenal a la inmortalidad del alma, asÃ, la sepultura contiene los restos mortales (ista vorax fossa Dominici continet), pero no para conservarlos sino para destruirlos, sólo el alma es inmortal, de ahÃ, el empleo, por una parte, del adjetivo vorax aplicado a la sepultura; por otra, por la unión en una misma lÃnea del cuerpo y el alma ( ossa anima ), y, por último, la acclamatio , ¡que tu alma descanse en paz! (alma eius requiescat in pace).
Parece haber un primer verso, dividido en dos hemistiquios asonantados, con rima en -a: fossa… ossa. (González Fernández, 2016, p.79-80)
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