Resulta curiosa la redacción del epÃgrafe, omitiendo el nombre de la difunta, Catalina de la Cruz, a quien únicamente se identifica como la santa mujer a quien se apareció Nuestra Señora. El texto coincide en buena medida con el que aparece en el muro exterior de la ermita, que (al menos en la medida que se conserva) tampoco ofrece el nombre de la mujer.
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