La inscripción hace referencia a la sublevación de Hermenegildo, al poco de haber sido nombrado por su padre Leovigildo dux de la Bética, y a la persecución de que fue objeto por parte de éste. En este sentido, el epÃgrafe debe entenderse como un homenaje a Hermenegildo que, abandonando el credo arriano de su padre, se convirtió al catolicismo, y fue perseguido por Leovigildo. En lÃn. 3 ducti aione puede interpretarse como un genitivo del participio de perfecto de duco, concertado con Erminigildi. Aione se relaciona con la palabra griega αιων, empleada con frecuencia en los textos literarios conservados (i. e. San Ambrosio, Expositio Psalmi CXVIII 12, 7; San Gregorio Magno, In librum primum Regum expositionum libri VI, 5, 141; San AugustÃn, Epistulae nuper in lucem prolatae 5, 3), donde se suele interpretar con el valor de in aeternum. En este caso, aione puede dar lugar a dos posibilidades de interpretación. Por un lado, menos probable, puede considerarse como un ablativo de modo que debe entenderse como aeternitate («por una eternidad»). Esta hipótesis obliga a considerar in cibitate Ispa(li) como un acusativo de dirección regido por ducti. De esta forma, la inscripción podrÃa traducirse como «En el nombre del Señor, en el año segundo del feliz reinado de nuestro señor Hermenegildo, el rey, a quien persigue su padre, nuestro señor el rey Leovigildo, llegado hasta la ciudad de Sevilla por muchos años». Sin embargo, teniendo en cuenta el significado más especÃfico que αιων tiene en filosofÃa («eternidad») y cómo es traducida esta palabra en la Vulgata, los autores se decantan por la interpretación del texto como «En el nombre del Señor, en el año segundo del feliz reinado de nuestro señor Hermenegildo, el rey, a quien persigue su padre, nuestro señor el rey Leovigildo, traÃdo a la ciudad de Sevilla para siempre». En este caso entienden que tras la muerte de Hermenegildo su cuerpo habrÃa sido trasladado a la ciudad hispalense, para que reposara en el lugar en donde estuviese empotrado el dintel. Esta segunda hipótesis de interpretación lleva a pensar en dos momentos, cronológicamente distintos, de redacción del epÃgrafe. En este sentido, plantean que in cibitate Ispa ducti aione parece haber sido trazado por una mano distinta al resto del texto y, tal vez, en vertical, es decir, estando ya el dintel colocado en la puerta correspondiente. AsÃ, la –x final de rex está ejecutada de forma que podrÃa invitar a un lector de la primera fase de ejecución del epÃgrafe a pensar que ya habÃa llegado al final. Además, las letras n, a, p, u y b de esta parte final tienen una forma distinta a la realizada en la parte anterior. Por último, el módulo de estas palabras es de tamaño inferior al del resto de la inscripción (2,8 cm frente a 4,5 cm). De esta forma, el primer momento de grabación de la inscripción, hasta rex, se puede fechar en el 581 d.C. y el segundo, texto posterior a rex, a partir del 585 d.C. Con respecto a la primera datación, puesto que Hermenegildo se casó en el 579 d.C., marchó ese mismo año a Sevilla, que no tardó en convertirse a la fe católica, y que en la inscripción se apunta en lÃn. 1-2 ann[o f]eliciter secundo regni Dom[i]/ni nostri Erminigildi, bien se puede datar en el año 581 d.C. Dicha fecha coincidirÃa con el segundo año de su «reinado», que habrÃa empezado un año antes, 580 d.C., a su llegada a Sevilla. Además, la fecha coincide con la datación que se propone para la moneda de Hermenegildo con la leyenda regia Deo vita, cuyo motivo de acuñación serÃa precisamente el de la conmemoración del inicio de su reinado. Con respecto a la segunda, si se piensa en un añadido posterior, debió ser tras la muerte del rey y el traslado de sus restos al edificio donde estuvo el epÃgrafe (HEp 11, 442 siguiendo a Fernández – Gómez 2001: 629-658).
Comentario de Isabel Velázquez en HEp 11, 442: El estudio me parece sólido y bien argumentado, con todo no está exenta de problemas la interpretación. Me sumo a las dudas manifestadas por el Prof. Juan Gil sobre la misma que, como él, califico de «ingeniosa». Dichas dudas van en la lÃnea de que estarÃamos ante un latÃn rebuscado y aún peor griego, No obstante, recientemente J. GIL (2002, 15-16, nota 40) ha manifestado sus dudas, dada la dificultad sintáctica que encierra esta interpretación, que califica de «ingeniosa», por su latÃn rebuscado y peor griego. TendrÃamos que haber esperado eis aiona y, caso de haberse transliterado los caracteres griegos simplemente, habrÃa sido siguiendo la pronunciación de la época, is eona (HEp 11, 442).
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