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CITACIÓN:    BDHespT.11.05, consulta: 20-12-2025

 

 YACIMIENTO:  MUNICIPIO:
 PROVINCIA:      REF. HESPERIA:  REF. MLH:
 DEPÓSITO,N.INV.  OBJETO:   TIPO YAC.:

 

 
Generalidades Texto EPIGRAFÍA Y
PALEOGRAFÍA
Ilustraciones Contexto Arqueológico Bibliografía

 

 FUENTE LEC.: SEPARADORES: Nº TEXTOS:

 LENGUA:    SIGNARIO:    SISTEMA DUAL:
 METROLOGÍA:

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aŕe y take: A partir de algunos de los testimonios manuscritos que transmiten el dibujo de esta pieza, hoy perdida, es posible restablecer una interpunción entre los elementos aŕe y take (v. Moncunill 2013, 506). Expresión que se documenta en inscripciones sepulcrales y para la que ha sido generalmente aceptada la equivalencia con el latín hic situs/a est (MLH III.1 §583; Untermann 1999; Moncunill 2007, 83; de Hoz 2011, 276–7). La propuesta parte del testimonio manuscrito de la inscripción bilingüe de Tarragona T.11.06, que consta de una primera línea de texto en latín, HEIC EST SIT[, seguida de una segunda línea en ibérico aŕe teki. Por ello, se ha interpretado que esta expresión y sus probables variantes aŕetake o aŕe take se corresponden con la mencionada fórmula sepulcral romana. Sin embargo, las inscripciones ibéricas con este formulario son escasas y el análisis gramatical de la estructura dista todavía de ser absolutamente claro. Una posibilidad sería que aŕe escondiera una forma pronominal y que teki o take fueran interpretables como verbo.

atinbelauŕ: Nombre personal formado por los elementos atin (§7.19) y belauŕ (§7.30), seguramente el del difunto.

anitalskar / antalskar: La hipótesis tradicional interpreta este elemento, con lectura antalskar como un antropónimo que indentificaria al padre de atinbelauŕ. Untermann propone que esté formado por los elementos an (§7.10) y talskar (§7.112). No obstante, en el grabado original de la R.A.H., el segundo elemento de la segunda línea es anitalskar con un claro signo i que los demás dibujos no reproducen. Teniendo en cuenta otros aspectos sobre este dibujo, las interpunciones y el trazo interior del signo ka, que le otorgan cierta fiabilidad, parece que esta sería la lectura más precisa (Faria 2002; Simón 2012; 2013; Velaza 2018). Faria lo interpreta como un antropónimo trimembre ani-tals-kar (Faria, 2002a, p. 139), pero no descarta (Faria 2018) que sea correcta la propuesta de J. de Hoz (2011, 261) de identifcar en este elemento el morfema -ar, por lo que lo segmenta de forma alternativa como ani-tals-Co/-Cu + sufijo -ar. Simón (2012) propone que la -i- de anitalskar sea un infijo entre an (§7.10) y talskar (§7.112). Moncunill (2021, 456) también aisla el sufijo -ar e interpreta el nombre antalsku como el patronímico de atinbelauŕ.

Fulvia · lintearia: Para Hübner (1866) Fulvia y el nombre ibérico eran sinónimos: nombres distintos para una misma mujer, de lo que se deduce que quizá hubiera adoptado un nomen que no tenía nada que ver con el suyo al romanizarse. Fulvia, por lo tanto, según los defensores de esta idea, es la mujer enterrada en el sepulcro, que en vida se dedicaba al lino y era de clase baja o media. El cognomen no aparecería en la lápida, lo que indicaría que estamos ante una estela del período de Augusto a más tardar. Podría enlazar con la teoría planteada por Prevosti (2011): era una mujer de raíces ibéricas que adopta un nombre latino y se integra en la sociedad romana, quizá tras la adopción del nombre de su marido o su ex-patrón, teniendo en cuenta que muchos la consideran liberta. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos opina que Fulvia es la dedicante del sepulcro y no la mujer enterrada. Así, la traducción que más se comparte sería algo así como “aquí descansa Atinbelaur, hijo de Anitalskar. Fulvia Lintearia”. Esta estructura en la que intervienen dos lenguas, con el latín para identificar a la persona que encarga el epígrafe y lo dedica, también la vemos en CIL II 4623 = IRC III 30, inscripción firmada por Paulla Aemilia, donde está el nombre del difunto, que es un peregrinus griego, seguido del nombre de esta mujer que sería quien costea el monumento y que aparece en latín con onomástica romana, según comenta Díaz (2008).Como síntesis de estas teorías contamos con el estudio de Estarán (2016), quien completa información sobre la pieza. Parece que, como no se parece en nada el nombre latino con el indígena, en principio Fulvia Lintearia sería la dedicante y supuesta viuda —o hermana, o madre, o pariente, o amiga— del enterrado. Sin embargo, según esta autora, no sería extraño que se tratara de la misma persona, solo que adoptó un nombre latino que en nada se parecía al suyo original íbero al latinizarse.

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El dibujo de la RAH, independientemente de la autoría, presenta algunos detalles de interés que lo diferencian del resto, a esto hay que unir que, en la descripción que acompaña al diseño, se ofrecen las dimensiones de la pieza, información ésta que falta en los otros testimonios. La primera diferencia afecta al penúltimo signo de la segunda línea, en el que el silabograma ka se representa con un trazo interno, mientras que los otros diseños recogen el alógrafo ka6 – sin ningún trazo interior –, forma inhabitual y que en el texto que nos ocupa se confunde con el utilizado para l. La lectura ka de este grafema siempre se ha considerado la más probable a tenor de los paralelos para talskar y de la secuencia fonética en la que se ubica el signo, lección que en el dibujo que nos ocupa podemos dar por segura. La segunda peculiaridad es el uso de interpunciones en las tres líneas, pues en el resto de autores sólo se consigna la del segundo renglón, excepto E. Hübner que también marca la del texto latino (CIL II 4318a) y J. Villanueva que no recoge ninguna (Fig. 2.4). Lo cierto es que las interpunciones son un elemento al que no se solía prestar una especial atención, faltando siempre en los diseños de algunos estudiosos o señalándose más de las debidas en otros. Pero en este caso hay dos elementos que deben ser subrayados: el primero que la segmentación del texto ibérico de la primera línea sea la correcta (cf. F.11.1), algo que se desconocía en aquel momento; y en segundo lugar que la forma utilizada para las interpunciones no sea un punto circular como en el resto de diseños, sino un cuadrado, una forma peculiar que parece poco probable que hubiese sido inventada por el dibujante, pero que no resulta extraña para un epígrafe de época republicana. Este dato, además de la maquetación centrada de las tres líneas que componen la inscripción, son un argumento a favor de la contemporaneidad de los textos latino e ibérico, frente a una posible reutilización del soporte, opción que generalmente no se contempla pero que, como señala J. Velaza, no puede desecharse.


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