El texto de la inscripción está completo en los tres ejemplares (T.03.01, T.03.02 y T.03.07), aunque sólo uno de los originales conserva el lÃmite de la cartela rectangular (nio), mientras que la otra ha perdido la mitad del último signo. El nuevo ejemplar tiene los signos más desgastados, especialmente el tercero, pero no existen problemas al identificarlos.
Se trata de un nombre propio ibérico abreviado, que tendrÃa como primer formante nios / nius (Untermann, 1990: núm. 94; RodrÃguez Ramos, 2014: núm. 104) que se documenta una decena de veces, entre otros, en niosildun y en niosildiÅ™, ambos en el plomo de Xà bia (Ferrer i Jané et al. 2021: 16-17).
El tercer ejemplar procede de la misma zona de Masmolets que los otros dos y está conservado en una colección privada de Valls. Los otros dos se localizaron en una prospección superficial realizada en Masmolets en 1988 y se conservan en el Museo Nacional de ArqueologÃa de Tarragona (T.03.01-02; Carreté y otros, 1995: fig. 5.15-1 y fot. 5.68; Panosa, 2001, 2; 2; 019: 378-379).
Estos sellos serÃan los sellos ibéricos sobre ánfora vinaria más antiguos documentados en el este de Hispania, a principios del s. I a.C.
La interpretación de los sellos es controvertida (Járrega, 2015: 79): para algunos serÃan estrictamente nombres de alfareros, mientras que para otros serÃan los productores de la mercancÃa o aquellos que la comercializan; de hecho, quizás todas las interpretaciones sean válidas en función del caso, e incluso compatibles en casos de integración.
A favor de que los sellos ibéricos identifiquen al productor del vino estarÃa el hecho de que haya tan pocos, especialmente si lo comparamos con los dolia, con más de 70 ejemplares conocidos (Ferrer y Jané, e.p.). Si los sellos de las ánforas identificaran sólo al alfarero, esperarÃamos un comportamiento más similar al caso de los dolia, donde claramente el nombre del sello identifica al alfarero.
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