La inscripción está realizada en la pared lateral del cono superior, en una primera línea circular y un segmento aislado en una segunda línea. Las incisiones son profundas y bien marcadas, hechas antes de la cocción sobre el barro tierno.
La primera lectura publicada fue la de Panosa (1993: 216; 1999: 291): ustanataŕśuekiaŕsinekunsiŕ / libaibaŕ. Unos años más Ferrer publicó una lectura alternativa (Ferrer i Jané 2005: 964, nota 40, 2008: 258): · iŕekeśta(ḿ)nataŕśuegiarsinekun / baibaibar. En trabajos posteriores, Panosa ha mantenido la mayor parte de su lectura original, sólo con algunas pequeñas variantes: uśtaḿiataŕśuekiaŕsinekunsiŕ / libaibaŕ (Panosa 2008: 233) y ataŕśuekiaŕsinekunsiŕuśtaḿi (Panosa 2015: 29).
Respecto a las discrepancias de lectura, las fotografías de detalle no dejan margen a la duda de que existe un signo perdido en la fractura, tal y como ya indicaban correctamente Fabra y Burguete (1986: 72) en su dibujo, y que, por los restos de trazos y el contexto, no puede ser otra cosa que e. También parece claro que el primer signo después de la fractura no es un signo u, sino un signo ke, ya correctamente reflejado también en el dibujo original de Fabra y Burguete. Menos evidente es la propuesta de Ferrer de interpretar uno de los signos serpentiformes como si fuera un separador en forma de tres puntos. Sin embargo, si se compara con el otro signo s, en el primero las ondulaciones son prácticamente imperceptibles, quizá producto de arrastrar la herramienta usada para escribir entre las interpunciones, mientras que en el segundo están perfectamente marcadas y no existen interpunciones.
Respecto al dibujo original de Ferrer i Jané (2008: 258), en el último trabajo sobre esta inscripción (Ferrer 2024) se ha corregido el último signo de la segunda línea (r), dado que cierra también con forma casi romboidal, como el signo final de egiar. Tampoco parece justificado mantener como no significativo el trazo que permite identificar el signo aislado como un signo o, en lugar de un signo ḿ: · iŕekestaonataŕśuegiarsinekun / baibaibar.
En cuanto al contenido, existen cuatro elementos con un cierto consenso en su interpretación. El texto comienza con keśtaon, variante de kaśtaun (cfr. Moncunill y Velaza, 2019: 280), típico de las fusayolas, precedido por el determinante iŕe (cfr. Moncunill y Velaza, 2019: 334) y que identificaría probablemente a la propia fusayola (Moncunill, 2007: 209; Ferrer y Jané, 2008: 263), más que a un apelativo femenino (Ferrer y Jané, 2005, 66). Al final aparece un claro antropónimo sinekun, precedido por la conocida forma verbal egiar 'hacer' (cfr. Moncunill y Velaza, 2019: 334).
Normalmente se interpreta como una dedicatoria entre personas, sólo con la duda de quién es el dedicante y quién es el dedicado. Para Panosa (1993: 216), inicialmente lo citado en primer lugar sería el dedicante “Atars hizo” (Panosa, 2008, 234), aunque en el último trabajo lo invierte (Panosa, 2015: 31) : “Yo (soy) el uśta de Ataŕśu hecho por Sinekunsiŕ”. Untermann (1995: 251) inicialmente no tenía claro quién sería el dedicado y quién el dedicante, pero en un trabajo posterior ya considera que sinekunsiŕ es probablemente el sujeto de egiar y, por tanto, el dedicante, mientras que la otra podría ser un apelativo femenino, siguiendo el ejemplo de las fusayolas galas (Untermann, 2002: 9). Moncunill y Velaza (2019: 334) también dudan, aunque Velaza (1996: 331) sí consideraba inicialmente que el primer nombre, sufijado con śu podría ser el del dedicado y el segundo el del dedicante. En cambio, Moncunill (2017: 151) considera que el primero, ata, sería el actor y es sinekun la receptora. En línea con la propuesta inicial de Velaza, Rodríguez Ramos (2015: 116) propone interpretarla como “esta-fusayola para-Atar hecha (por) Sinekun”.
El elemento clave para interpretar el texto es probablemente ataśu, para el que, normalmente, se considera que contiene un nombre de persona: ataŕ (Moncunill, 2007: 92), ataŕś = ata + aŕś (Panosa, 2008: 234; 2015) o ataŕśu = ata + sor (Rodríguez Ramos, 2014; núm. 16 y 125) o ataŕśu = ataŕ + śu (Moncunill 2017, 152).
Para Ferrer, la identificación de śu no como formante antroponímico, sino como un elemento morfológico permitiría plantear la posibilidad de que ataŕ fuera la divinidad a la que se dedica la inscripción y la fusayola. Así, ataŕśu podría encajar en uno de los posibles esquemas en los que se documentan divinidades en las inscripciones rupestres: ND + śu, siendo el paralelo más cercano el de aŕamtaŕ de una rupestre de Bolvir (GI.03.01).
En la segunda línea el elemento baibaibar podría ser un error por el más frecuente banbaibar documentado ya en otros tres objetos (cf. Moncunill y Velaza, 120: 3175). No parece en cualquier caso que sea la continuación estricta del texto circular, dado que se podría haber hecho una desviación para enlazar ambos textos. Por su presencia en una rupestre y el grado de repetición he planteado también la posibilidad de que fuera una divinidad, pero con argumentos menos sólidos que en otros casos, al tratarse de objetos diferentes y no llevar asociado a ninguno de los morfemas característicos (Ferrer y Jané, 2018: 117). Al menos, habría que considerar que es un elemento del léxico cultual.
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