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CITACIÓN:    BDHespTE.18.01, consulta: 21-12-2024

 

 YACIMIENTO:  MUNICIPIO:
 PROVINCIA:      REF. HESPERIA:  REF. MLH:
 DEPÓSITO,N.INV.  OBJETO:   TIPO YAC.:

 

 
Generalidades Texto EPIGRAFÍA Y
PALEOGRAFÍA
Ilustraciones Contexto Arqueológico Bibliografía

 

 FUENTE LEC.: SEPARADORES: Nº TEXTOS:

 LENGUA:    SIGNARIO:    SISTEMA DUAL:
 METROLOGÍA:

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Campo epigráfico pautado por cinco líneas de guía, situado en el centro de la estela, bajo el disco-coraza representado en la estela. Ocupa toda la anchura del objeto en esa zona, decreciendo de forma descendiente. El trazo de los signos es grueso. El estado de conservación del texto es desigual. La primera línea se lee completamente, pero los signos conservados del lado izquierdo de la segunda a la cuarta línea están en parte dañados o no se conservan; de la misma manera, algunos signos del resto de estas líneas, sobre todo de la cuarta, son dudosos. El carácter incompleto de la lectura y las numerosas dudas en las líneas dos a cuatro impiden identificar todos los elementos significativos contenidos en el texto.
Velaza encuadra el tipo de estela en aquéllas que contienen, desde un punto de vista formal, elementos decorativos de clara tradición ibérica, y desde el punto de vista textual, formularios más extensos y mención de palabras como seltar.

El texto comienza por la palabra seltar, frecuente en inscripciones de este tipo, seguida de la secuencia sufijal -ban-ḿi, como en la inscripción de Sinarcas (V.01.01), aunque aquí se halla al inicio de la inscripción y no tras NP, como ocurre en los demás epígrafes.
En las ll. 2 y 3 hay sendos NNP sufijados por en-ḿi, secuencia morfológica bien documentada en estos epígrafes, que en la segunda línea, como señalan los editores, con la omisión u olvido del signo ḿ: -eni. Las diferentes lecturas permiten aislar el elemento beŕun, variante de beŕon (MLH III §7.36, Rodríguez Ramos 2014, 134, nº 40) seguido de morfos -en e -i. El NP de la lín. 3 puede ser analizado de diversa forma, según la lectura aceptada. La de Untermann, con un final -arenḿi, que puede ser entendido como una secuencia sufijal, dejaría una parte antroponímica con los elementos basto- y neś (MLH III, §7.28 y .92). Los demás editores coinciden en leer -śor-, que permitiría aislar un elemento baśor, según Rodríguez Ramos 2014, 124. Para Simón Cornago podría haber dos NNP. El primero como bas-tiki, si se entendiera el tercer signo como una variante de ti, y el segundo con primer elemento śor- y un segundo kan, quizás elemento que se puede relacionar con kan/kinai (MLH III, § 69, 75), que está documentado sólo como primer formante.
En la segunda línea, además, los editores restituyen en el inicio un NP bas[to]beŕun, por la aparición del primer elemento, basto, en la tercera línea. El segundo formante beŕun es interpretado como variante de beron (MLH III, § 7.35; Rodríguez Ramos 2014, 258).
La línea 4 puede contener un NP sufijado por ḿi, claramente legible en l. 5.

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El texto no presenta signos de interpunción. El trazado de los grafemas no muestra una gran pericia, parece inseguro, incluso vacilante en algunos casos. La altura no es uniforme, puesto que algunos signos se prolongan más allá de la línea de guía, como es el caso de la Y del primer renglón. Algunos signos presentan peculiaridades en el ductus. El signo be aparece con una de las formas modernas (be6), que se asocia a leyendas monetales, estelas funerarias y cerámica campaniense B y puede datarse en el período 150-50 a.C.; el signo o figura con la forma clásica; el signo l aparece con la forma moderna l2, con una datación de 225-50 a.C. El signo r presenta la forma r3; el signo s adopta una forma moderna, s1, en la que posiblemente se aprecia el influjo latino. La forma de ba es más moderna (ba2), con una datación de 300/275-50 a.C. El signo to adopta la forma inusual to2, que supone una evolución de ti3 y puede fecharse hacia 200-50 a.C. En resumen, el signario adopta en su mayor parte formas modernas, propias del período iberorromano, que se fechan entre finales del siglo III / principios del II y mediados del siglo I a.C., y de manera más concreta formas propias de los esgrafiados que aparecen sobre cerámica campaniense B.


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