Es posible que en okale se pueda identificar el morfema e (Untermann 1990, 163; Orduña 2006; Ferrer i Jané 2006, Anexo 2). Si ese fuera el caso, podria ser que okal fuera un antropónimo o incluso un teónimo. La raÃz oka está documentada en okain, posible antropónimo, que aparece aislado como el texto de una cerámica del ática de Ensérune (B.1.56), pero también en el posible antroponimo okador en otra cerámica del ática de Ensérune (B. 1.13). También se usa en un segmento fragmentado, okano[, de un plomo de Ullastret (C.2.6). No obstante, la identificación tanto del morfo e, como del morfo er en otros elementos que aparecen de forma repetida en las inscripciones rupestres, como artiunaner y tikanaler, permiten identificar, entre otros, a okal, artiunan y tikanal como buenos candidatos a divinidades ibèricas (Ferrer i Jané 2019).
El segmento central de baḿiban no tiene una interpretación clara, aunque aparentemente está compuesto solo de morfemas conocidos del léxico común: ba (Untermann 1990, 159; Ferrer i Jané 2006, Anexo 8), ḿi (Untermann 1990, 172; Ferrer i Jané 2006, anexo 6) y ban (Ferrer i Jané 2006, anexo 5). La secuencia baḿi solo está documentada en el segmento baḿiŕer de la jarrita de La Joncosa (D.18.1 *; Ferrer i Jané 2006). Si la neutralización de n hubiera ocurrido antes de ḿ, tal vez baḿi en realidad fuese ba(n)ḿi, que es una secuencia más frecuente: por ejemplo, en el segmento banḿiŕeśu [de uno de los plomos de Orlell (F.9.5 ).
En el segmento final nelai, se puede identificar el sufijo ai (Untermann 1990, 157) que está claramente documentado en los plomos de Orlell: aneÅ•ai (F.9.5 i F.9.7), anḿbeÅ•ai (F.9.7), atabeÅ•ai (F .9.7), unibeikeai (F.9.5), bodotaÅ›eai (F.9.5 i F.9.7), etc. Si este fuera el caso, serÃa necesario identificar un elemento nel(a), poco común en ibérico, pero que podrÃa aparecer en el segmento atinela de uno de los plomos de Pech Maho (B.7.37*, Solier 1979) y tres veces en plomo de Cigarralejo (G.13.1), besanelas,] nela y beliginela.
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