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Para Abascal 1994, 31-32, se trataba del 15º nombre hispano en testimonios, el segundo de los indígenas tras Ambatus; las documentaciones actuales lo colocan en el primer lugar entre los indígenas, seguido de Reburrus, Boutius y Ambatus.
La forma básica es Tancin-/Tangin-, con un gran equilibrio entre las atestiguaciones con sorda (74 Tancinus y 1 Tancinius) y con sonora (67 Tanginus); en total, nos encontramos ante 142 formas masculinas frente a solo 4 femeninas (1 Tancina y 3 Tangina), lo que lo convierte, de facto, en un nombre fundamentalmente masculino. Una forma sufijada en -ilo- (Tancinilus) debe ser considerada ya como otro nombre, aunque sobre la misma base original.
Se da la circunstancia de que hallamos también la misma base del antropónimo en un epíteto teonímico: Arantio Tanginiciaeco en Rosmaninhal (Idanha-a-Nova, CSB). Más allá de los Pirineos tampoco faltan formas con este radical: en África hallamos Kal(purnia) Flauia Kal(purni) Tancini filia (CIL VIII 10945) y Tanginia Quintilla / Q. Tanginius Martialis (CIL VIII 6345 d, e y f, y cf. 19313).
Es curiosa la coincidencia que se establece entre el apelativo osco tanginom ‘sententiam’ (cf. Buck 1979, textos 1 –Cippus Abellanus– y 2 –Tabula Bantina–, pássim); Buck 1979 §§ 16 y 98a argumenta un cambio de a y o para explicar el vocalismo radical. Se trata, en concreto, de un tema en nasal -iōn / -īn (§ 181) de una raíz relacionada con lat. tongere y su abstracto tongitionem (‘notionem’) y con gót. þagkjan, ing. a. þencan.
En cuanto al análisis etimológico de las raíces con *tong-/tonc- y *tang-/tanc- hay que señalar en primer lugar que ambas presentan la misma distribución, algo que no parece fruto del azar, dada la gran cantidad de nombres involucrados y de repeticiones de cada uno de ellos. Esta circunstancia llevó a Tovar 1950, 36-37 a equiparar ambos radicales, para cuya diferencia vocálica supuso una evolución germánica de *-o- > -a- para la forma Tang- (prueba concluyente para él de las invasiones de origen nórdico que había sufrido la península, siguiendo la idea avanzada por la arqueología: vid., por ejemplo, Bosch Gimpera 1950b) y el mantenimiento celta de la vocal -o- en el radical Tong-, los dos a partir de un primitivo *tong- ‘jurar’ (irl. a. tongu, galés tyngu). Tovar 1951, 793 veía también en las formas Tong-et- / Tang-et- una prueba de esa alternancia -o- / -a-, pero Tang-et- no existe en realidad.
Posteriormente repitieron la opinión de Tovar tanto Palomar 1957, 101-105 (lo cual causó gran extrañeza en GPN 261, n. 8) como Albertos 1966, 219. Palomar relacionaba Tang- con la raíz *tenk- ‘unirse’ y Tong- con una variante de la misma, *tong- ‘unión, juramento’, a la vez que unía a la pareja las (pocas) variantes sin nasal, como Toc- (Toceta) y Tac- (Tagana); de igual modo, repitió la equiparación del vocalismo -o- al celta y de la -a- a las lenguas germánicas, al lituano o al eslavo. Albertos repetía la ecuación que hacía coincidir los radicales, pero separaba las formas con Tac-, no así las de Toc-.
AcS II 1717 y 1887 y, más modernamente, De Bernardo 2002b, 120, n. 147 adjudicaron una raíz *tanco- 'paz' a los nombres del tipo Tangin- y otra *tongo- 'jurar' a aquellos que contienen Tong-. Y tanto LEIA como Charles-Edwards 1995, admiten en celta dos raíces:
-1-*tonk-, la cual da lugar a galés tynghu (irl. a. *tocaid- ‘estar destinado, fijado por el destino’, solo usado en formas pasivas, cf. LEIA T 84-85) y a un sust. tocad- ‘suerte, azar, destino’
-2-*to-n-g- (para Charles-Edwards 1995 y *tek- para LEIA T 106-108) que da lugar a galés tyngu ‘jurar’, y que es la explicación de irl. ant. tongid. El principal obstáculo para admitir un tema nominal *tongo- (de irl. a. tongid ‘él jura’) es que contiene un infijo nasal que se halla solo en el tema de presente del verbo (vid. Pedersen, VGK § 849), pues el subjuntivo se forma con el tema -tó (vid. GOI § 550) y en las lenguas indoeuropeas las formaciones nominales evitan este infijo verbal. Tovar 1950, 36, sin embargo, reconocía que no era insólito, pues formaciones aisladas latinas (algunos participios como functus o iunctus) o griegas (μενϑήρης) lo incluyen.
Prósper 1997 relaciona la divinidad Tongoe y en el topónimo Tongobriga (que ella separa del antropónimo) con la raíz *teng- ‘mojar, humedecer’; Búa 2000, 84 separa también de los antropónimos los teónimos Tongoe y Togae, que relaciona con *(s)togeh2- ‘cubrimiento, protección’, de lat. toga (IEW 1013), presente en gr. τέγγω y lat. tingō.
Schumacher 2000, 98 ve en los nombres con Toncet- formas participiales en -to con un valor causativo *tomk-eye/o- sobre la raíz *temk- ‘cuajar’ (LIV 625). El causativo se mantiene en irl. ant. tucaid ‘destines’, galés med. tynghaf ‘I destine’; el participio en -to- *tomk-e-to- permanece en los nombres del irl. ant. toccad [m.] ‘fortune, chance’ y del galés med. tynghet [f.] ‘destiny, fate’, que son la base de los antropónimos ogámicos TOGITTAC, del irl. ant. Toicthech y del britónico ant. Tunccetace (para Schumacher, la formación de un causativo participial con grado -o- en la raíz y sufijado con -e- es una innovación post-IE en celta, al parecer compartido por el itálico (Rix 1992, 224 con n.6, Meiser 2003, 136f.).
Wodtko 2010, 358 pone en relación Tonceto- ‘fate’ con irl. ant. tocad, galés med. tynged.
En definitiva, nos encontramos ante un doble problema, en el que debemos resolver primeramente si estamos tratando en todos los casos con la misma raíz; solo en segundo lugar deberemos decantarnos por alguna de las que se han propuesto u otras. Por un lado, la dispersión básicamente común (limitada a Lusitania) de las formas con Tong- / Tonc- y con Tang- / Tanc- nos haría suponer una única raíz que incluye una nasal; por esa distribución lusitana, extrañaría, además, que la cuestión etimológica se fundamentara en radicales que se encuentran solo en celta, dado que en Celtiberia no tenemos atestiguado este nombre. Más complejo es hallar una raíz concreta a la que asignar nuestros antropónimos: la aparente neutralización de la velar tras -n- abre el abanico de posibilidades a formas con -g- o con -c-, y una vez eliminada *tong-, cuya nasal solo aparece en el tema de presente de verbos como irl. a. tongid o lat. tango, podemos elegir entre *tenk- ‘reunir(se)’, *tong- ‘pensar, sentir’ o *teng- ‘mojar’. Pero la elección de una u otra no deja de ser un ejercicio etimológico en vano.
Como ya señaló Tovar, existe la posibilidad de que todos los nombres puedan reducirse a única raíz, donde la diferencia entre el timbre -o-/-a- no estaría en el tratamiento germánico, sino, tal vez, en la especialización de los sufijos que cada radical recibe: *tong-io, *tong-eta podrían presentar una forma originaria *tong- con grado -o- de la raíz, y *tang-ino podría vincularse con *tng- con un grado cero (cf. Vallejo 2005, 422). Para pensar que realmente pertenecieran a la misma raíz habría que considerar qué valor le otorgamos a la grafía con sonora o con sorda: los nombres con tong- / tonc- tienen una proporción sonora / sorda de 57/15, mientras que aquellos con Tang- / Tanc- presentan una frecuencia 70/78. Esto podría hacer pensar en una secuencia *teng-, con las variantes *tong- (cuya -g- se ha mantenido en mayor porcentaje de nombres) y *tng- (que ha neutralizado en mayor medida la diferencia de sonoridad).
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