En la Real Academia de la Historia se conserva un dibujo con descripción de esta lápida, realizado por Juan Antonio Fernández en 1789 (Abascal – Gimeno – Velázquez 2000: nº 160).
Los fragmentos A y B estaban emparejados y sostenidos sobre peanas en forma de altar, Sefronio (IHC 166) tenía inscripción sepulcral en otro lugar, por tanto, estas lápidas podrían ser en realidad un altar con relicario (Abascal - Almagro - Cebrián 2008: 225).
ápida hoy desaparecida. Se deduce de dibujos y descripciones que estaba dividida en tres losas IHC.166 e IHC.167 los descubridores pensaron que se trataba de losas de un sepulcro, hoy se piensa que son losas de un listado de obispos de Segobriga dispuesta en tres columnas. En la primera línea se describiría el cargo desempeñado, y en la segunda línea se habría comenzado a escribir los nombres de los obispos tras su muerte.
Se han dado diferentes medidas para las inscripciones. Martínez Falero describió inscripción IHC.166 de unos once palmos de largo, más de dos de ancho y cuatro dedos de ancho. Por su parte la inscripción IHC.167 media once palmos de largo por dos y medio de ancho. Por su parte, tanto para Palomares como para Córnide cada lápida tendría 10 palmos de longitud y 3.5 de ancho.
Las letras estaban hechas con gran esmero. Capitales góticas, de unos 5 cm de altura, cercana a la capital romana de finales del Imperio. Al principio de cada línea se representa una cruz.
Se descubrieron el 14 de diciembre de 1789, primero la losa B, y al aparecer la palabra SANCTORVM pensaron que se trataba de la tumba de unos santos. Se encontraron muy fragmentadas. La lápida C no consta dónde se encontró, pero fue hallada en dos fragmentos, y se la describe diciendo que es la lápida del obispo Aoinio “igual en todo a las de Sefronio y Nigrino” hicieron mención a esta inscripción J.A. Fernandez, S. Palomares, J. Cornide, B. Montejo, J. Guevara.
Aunque no se sabe dónde se encontraron los fragmentos de la losa C, parece seguro que son una continuación de las losas A y B, formando una lista de obispos sucesivos de Segobriga, aunque los autores del S.XVIII no lo percibieron. Hübner en el IHC recoge las inscripciones por separado, con los números 166 y 167. Palomares será quien proponga la unificación de las tres losas, siendo Vives quien las publica definitivamente unidas (ILSEG C.2).
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