Es el cáliz más pequeño de los que se conservan en Alcobaça, destinado al servicio de dos altares laterales, y, entre los tres cálices alcobacenses, el que presenta una mayor ornamentación. La copa es lisa, del mismo modo que la base, que se interrumpe por la leyenda y por una cruz, ambas grabadas con trazo fino. La lectura de la inscripción no ofrece dificultades (EMP 152).
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