Grafito, inciso muy superficialmente antes del engobe y de la cocción, sobre una jarra u olpe de cerámica. El grafito está centrado en la mitad inferior de una de las caras a 4,5 cm de la base y a 9 cm del borde (Gimeno Pascual; Moralejo Álvarez; 2015, p. 212).
Como es propio de los monogramas, los elementos alfabéticos y las posibilidades de combinarlos entre sí son múltiples. No obstante, en una baldosa procedente de San Pedro de Mérida (vid. HEp 18, 53), asociada también a un contexto funerario, aparecen los mismos elementos alfabéticos a excepción de la O –a no ser que allí haya que interpretar como tal el círculo situado en el centro de la baldosa– y que, según sugerencia de Marcos Pous (1962, 115, nº 13), se podría interpretar como Sancte Eulalie (HEp 18, 73).
Comentario de Isabel Velázquez en HEp 18, 73: Las excavaciones fueron realizadas en 1987. La hipótesis de la lectura de Sancte Eulalie para la baldosa de San Pedro Mártir (vid. HEp 18, 53) ya la daban ALMAGRO BASCH – MARCOS POUS en 1958, incluso antes de la propuesta de MARCOS POUS, 1962, recogida tanto por GIMENO – SASTRE, 2009, como por CABALLERO – SÁEZ, 2009. La hipótesis podría resultar acertada, siempre y cuando se desestime la O como letra, pues no se entiende en el monograma (¿piensan los autores acaso en una lectura Eolalie?). La similitud formal con el monograma de la baldosa de San Pedro de Mérida es más que evidente y en ella no se ve la O, y no parece que en ella haya que interpretar como tal el círculo central de la misma. La fotografía de la jarra no sirve para pronunciarse, pero el dibujo de la misma permite poner en duda la existencia de dicha O. Falta un estudio más detallado y comparado entre ambas piezas que, en caso de defenderse la interpretación propuesta, sí podría apuntar en la dirección del carácter protector de estos objetos en contextos funerarios, que tal vez reprodujeran la imagen del enterramiento ad sanctos en tumbas que no gozaban directamente de ese privilegio. En cuanto a la cronología, supongo que señalar la desaparición del culto de la mártir como término ante quem para la realización de la pieza es producto de una mala o rápida redacción del texto, ya que el culto –que yo sepa– ha pervivido sin solución de continuidad; otra cosa es la destrucción de la basílica, fechada hacia el siglo IX, como indican los autores; pero esa marca cronológica no condiciona ningún límite extremo en la fecha de ejecución ni de la jarra de El Gatillo ni de la baldosa de San Pedro Mártir (HEp 18, 73).
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