Situado en el centro de la nave central, el mosaico ocupaba un espacio rectangular de 64 pies de largo por 42 de ancho. Estaba dividido en 8 compartimentos rectangulares, en cada uno de los cuales se desarrollaba un pasaje del Antiguo Testamento. El mosaico apareció destrozado en parte por la excavación de cinco sepulturas de época lejana y, sobre todo, por las labores agrÃcolas. A poco de ser descubierto, pereció sin dejar rastro.
Conservamos sus lecturas gracias a los dibujos. En el primer tramo, comenzando desde la entrada, se representa un león y dos ciervos con un cervatillo, corriendo en un jardÃn de flores. En el segundo aparecÃa el paraÃso terrenal con nuestros primeros padres vistos de frente y en medio de ellos el árbol de la ciencia del bien y del mal con la serpiente enroscada en su tronco y dirigiéndose hacia la mujer. Por encima de las cabezas de los personajes está la primera leyenda. El tercer compartimento, algo más alargado que los dos anteriores, reproducÃa la escena de José vendido a los ismaelitas. En él se reconocÃa parte de dos camellos conducidos por un mancebo a cuyos lados de la cabeza se leÃa la inscripción mutilada; a su derecha, habÃa dos personajes con báculos en la mano y otra leyenda. Del cuarto tramo solo se conservaba parte de cuatro figuras humanas y de un cesto que ocupaba el ángulo inferior derecho; la inscripción también habÃa desaparecido. En el quinto quedaban la parte del cuerpo de un hombre y varios tallos de flores con letras aisladas y repartidas a lo largo del cuadro, que se presentan a varias interpretaciones. En el sexto rectángulo solo se divisaban los pies de otros dos personajes. Del séptimo y octavo compartimentos toda la escena habÃa desaparecido (CIB 11).
Muchos autores remarcan su carácter didascálico.
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