La pieza presenta un cuerpo globular, cuello alto notablemente atrompetado y pie troncocónico. Está decorada con molduras lisas alrededor de la boca y en la base del pie, y presenta bandas con franja intermedia dispuestas en el centro de aquel y en la parte inferior del cuello. En esta última parte se han añadido tres lÃneas verticales formando casillas y lÃneas de puntos incisos a buril, y en la barriga, en medio de molduras con lÃneas punteadas, la inscripción. Está incompleto, ha perdido asa y culo. Boto - Molina (1996, p. 1299).
Completamente anómalo es que la cruz -significante de la invocación IN NOMINE DOMINIO o signum vite eterne tal y como reza el Liber Ordinum en la bendición del bautismo- se grabe en el final de la frase y no en su inicio. Además, y contrariamente a lo usual en piezas similares, no presenta ningún signo de abreviaturas. Boto - Molina (1996, p. 1300).
Es paradigmático el testimonio de MartÃn Dumiense, que va enfatizar que el cristiano obtenÃa del bautismo, precisamente, la promesa de eternidad -inalcanzable, por otra parte, sin la observancia de la fe. En esto redunda el Liber Ordinum donde, después del bautismo, el presbÃtero desea al nuevo cristiano: "ut habeas vitam eternam". Pero el acceso a la otra vida no se consuma hasta la muerte, y si el uso del jarrito fuera funerario, el titulus serÃa más un anuncio que una concesión vitalicia. Pero considerar que el jarrón pudiera haber sido realizado para tal fin no encaja con la ausencia del culo del vaso: nadie podrÃa acceder a la pieza una vez depositada ésta en el sarcófago y, por tanto, la medida preventiva de inhabilitarlo resultarÃa absurda. Nos parece factible, en cualquier caso, que el jarrón tuviera un uso doble, funerario y bautismal, y su función original serÃa, sin lugar a dudas, esta última. Boto - Molina (1996, p. 1300).
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