Al antropónimo Cila, se le atribuye un origen prerromano, relacionado con las tribus de Cileni del noroeste peninsular y del que existe una forma asà documentada en una inscripción procedente de Cartagena. No obstante, podrÃan considerarse otras posibilidades. Cila podrÃa ser una forma por Chila, procedente del griego «jilós». Tal nombre está documentado como femenino, sin embargo parece tratarse de un nombre de varón en la inscripción de la Galia Narbonense: Pupa Cilae f. uxori. Por último, también podrÃa tratarse de Cila[s], transcripción de Chilas, del griego «JeÃlas». Este nombre está documentado en época tardÃa como un tribunus numeri Marcomannorum. No parece que el grafito haya sido escrito por el propio Cila, pues resultarÃa un tanto ilógico que él se calificase a sà mismo de sanctus vir Dei, más bien parece tratarse de algún cristiano que evoca a este -quizá santón lugareño- Cila. Por otra parte, el grafito está trazado en la zona superior de la columna, bien centrado, realizado con esmero, a pesar de la simplicidad de las letras mayúsculas. Tal vez este grafito pudiera considerarse una de las claves de la cueva de la Camareta. Ésta pudo ser un lugar de refugio y también de retiro, una especie de eremitorio, habitado o visitado por diversas personas en torno al siglo VII. Tal vez el mensaje de este grafito: «Aquà entró el santo varón de Dios, de nombre Cila» haga referencia a que este hombre entró en la cueva y quizá viviera en ella algún tiempo. No puede deducirse esto naturalmente, pero no es imposible que asà fuera. Como consecuencia de su estancia allà podrÃan haber visitado el lugar otras personas, que habrÃan dejado constancia de su paso a base de invocaciones sencillas, de evocaciones de diversas personas, etc., recurriendo mayoritariamente a las conocidas expresiones del tipo «Vivas in Deo, Cristo... », según se ha comentado (Velázquez 1993: 37).
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