La existencia de placas o ladrillos visigodos con motivos decorativos de Ãndole geométrica, faunÃstica, vegetal o arquitectónica, fue bastante habitual en el territorio bético, especialmente en los conventus Hispalensis y Astigitanus, donde su dispersión fue notoria. También son numerosas las constataciones epigráficas con crismones, asà como las menciones a diversos personajes (Bracario, Marciano, Chionio, Isidoro, Imerio, etc.) y otras fórmulas de aclamación, bendición o protección anónimas. Fuera de la provincia bética encontramos algunos ejemplares más, aunque pocos, en Lusitania.
Las funciones que la bibliografÃa le han otorgado al amplio número de ladrillos similares han sido variadas, desde una función funeraria a interpretarlos como exvotos, pasando por una especie de metopas o meramente ornamental (del Hoyo - RodrÃguez: 2018, pp. 283-285). Estos investigadores se inclinan porque reflejen la identidad de un personaje tenido en concepto de santidad a quien
se puso la dedicatoria en diferentes ciudades. Este podrÃa ser el obispo Bracario que ocupa la sede hispalense en 658, ámbito en el que han aparecido la mayorÃa de ladrillos.
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