Ateniéndonos al relato del opúsculo titulado Vitae Sanctorum Patrum Emeritensium, el obispo Paulo fue un individuo de origen oriental y oficio médico que se asentó en la ciudad de Mérida en un momento indeterminado a comienzos del siglo VI. Las VSPE no especifican, a tal efecto, el lugar en el que se produce su enterramiento, pero sà llegan a arrojar un dato de enorme interés para nuestro trabajo, al aseverar que años después, a la muerte de Fidel, éste se entierra en el mismo sepulcro que su predecesor (IV.10). Desde el prisma de la arqueologÃa, existe en relación al hecho recién descrito un posible aval material a la singularidad de tal enterramiento. Éste consiste nada menos que en un fragmento de lauda tradicionalmente interpretada como parte de la que cubrió la sepultura del obispo Fidel (cf. AEHTAM 641). Entendemos que puede traslucir el dato aportado por las VSPE de que Fidel se enterró en el sepulcro de su tÃo, y que el modo en el que operó a tal efecto fue abriendo la losa que cubrÃa este último y labrando su propio nombre a los pies de la misma, como signo de humildad y respeto. Un fenómeno similar puede atestiguarse en la propia Mérida, también a través de la arqueologÃa, gracias al testimonio de la lauda en la que, a continuación de los epitafios de Gregorio y Perpetua, añade el suyo propio otro personaje mencionado también curiosamente en las VSPE (V.13): el archidiácono Eleuterio, cf. AEHTAM 137). Sabio González (2016/2017, pp. 324, 325 y 326).
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