Esgrafiado ante cocturam. Para ebura, véase la lectura de [Z.09.22] y sus referencias onomásticas.
A la izquierda de esta secuencia se aprecia una serie de trazos de aspecto más cursivo, muy juntos unos de otros y que en algún caso da la sensación de que se superponen. La pieza también está rota y esto afecta al comienzo de esta cadena de signos. Parecen adivinarse restos de una e1 o al, al menos sus trazos son muy parecidos al primer signo de la secuencia de la derecha; una r5, también con cierta semejanza al tercer signo del grafito de la diestra; una posible a4, (recordemos el último signo roto) y dos veces el alógrafo z2, en sentido sinistrorso. La duda que se plantea es si esta secuencia tiene que ver algo con su compañera, en el sentido de ser una "prueba de escritura", de modo que podrÃa incluso completarse como ebura[z]. Ahora bien, no se entiende muy bien que una pieza como esta sea utilizada con esos fines. Además, si consideramos el trazado y el hecho de que se repita claramente z2, puede hacer pensar en una marca numeral.
Untermann MLH III, 321-324, distingue tres grupos de referencias numerales dentro de las inscripciones ibéricas: signos abstractos, letras griegas y signos ibéricos. Dentro de los signos abstractos, el más numeroso es el signo I, que bien podrÃa corresponder a los dos o tres signos que hay inmediatamente antes de las dos z2, trazados, eso sÃ, de manera cursiva. Detrás de la posible e1 podrÃa haber un par de L. La e está bien testimoniada dentro del repertorio de numerales. No es extraña la combinación de signos numerales abstractos e ibéricos. El único signo que no está recogido como indicación numérica es la sigma paleohispánica, pues la griega sà que lo está en [A.04.01]. La repetición de z la encontramos en un plato campaniense [TE.02.278]; en un fragmento de un cuello de ánfora [TE.02.331]; y en un pondus [TE.02.425]. Incluso en otro, [TE.02.424], aparece tres veces. ¿Se trata de una referencia a su peso? En un dolio quizá se esté indicando una medida.
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