La Crónica Silense, la Crónica Najerense, y la Crónica de don Lucas de Tuy coinciden en señalar que el monarca fue enterrado en León junto a los demás reyes. Hoy, no cabe duda de que el rey fue sepultado en la iglesia de San Juan Bautista anexa al antiguo monasterio de San Pelayo, trasladándose a la Colegiata de San Isidoro hacia el siglo XII o, quizás, ya la primera parte del XIII, cuando tiene lugar la renovatio de su epitafio (CIHM 6, 20).
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